Partimos rumbo al aeropuerto de Bilbao sin tener muy claro si podremos volar o no. Hemos tenido pequeños “problemitas” con los vuelos y no nos dejan hacer el check in online. Así que esperamos encontrarnos con alguien que pueda ayudarnos.
Después de unos segundo de tensión frente al mostrador de Iberia, diciéndonos que nuestros billetes tenían muchos errores (esto no me había pasado nunca) conseguimos nuestras tarjetas de embarque hasta Madrid. Las maletas ya las hemos facturado hasta Sao Paulo, pero nosotras solamente tenemos el check in hasta Madrid. Esperemos no tener más problemas.
Una vez en Madrid tenemos unas 8 horas hasta la salida del vuelo a Sao Paulo. Nos adelantaron el primer vuelo y la combinación ya no era tan buena, pero por un viaje se hace lo que haga falta. Comemos, salimos a por nuestras tarjetas de embarque, damos vueltas de un lado para otro, hacemos un Tiktok, unos estiramientos, nos tomamos unas cañas, jugamos al Time’s Up… Y para cuando nos damos cuenta y ya estamos tranquilas y relajadas, decidimos acercarnos a la puerta de embarque y tras esas magníficas 8 horas nos damos cuenta que no hemos rellenado la documentación para viajar a Brasil. ¡Vaya felicidad la nuestra!
Tras unos segundo de pánico y risa nerviosa, preguntamos y para nuestro consuelo, ya no hace falta rellenarlo. ¡Nos vamos a Brasil! ¡Lo hemos conseguido!
Una vez en el avión, muertas de cansancio, bostezo tras bostezo, conseguimos aguantar hasta que nos dan la cena. Una vez que terminamos se hace el silencio absoluto y amanecemos a dos horas de llegar a destino.
Para las 4:30 de la mañana estamos en tierra y no tenemos muy claro qué podemos hacer hasta las 10 que vamos a dejar las maletas al apartamento. Ya que no hay prisa, nos lo tomamos con calma, buscamos un autobús que nos acerque a la zona y cambiamos algo de dinero.
Estamos cansadas e intentamos probar suerte, pero no nos dan opción de dejar la maleta. Por lo que nos toca desayunar por segunda vez. Un café y unos bizcochos. Nada del otro mundo, pero no podemos con nuestra vida.
Decididas a dar mucha pena, volvemos al apartamento y le pedimos al conserje que nos deje por lo menos aprovechar la piscina. Le debemos de caer en gracia ya que nos deja la tarjeta para entrar y, con maletas incluidas, allá vamos. Es lo mejor que nos podía pasar. Un bañito y relax en la piscina. Nos queda un día muy largo y esto nos ayuda a recargar pilas. Empezamos bien.
Es hora de bajar, dejar las maletas e irnos corriendo a un free tour por el Centro Histórico de Sao Paulo. El tour que tenemos fichado no tenía disponibilidad, pero estamos dispuestas a colarnos en el grupo como si tuviéramos una reserva. El problema es cuando llegamos al punto de encuentro, el Teatro Municipal, y nos damos cuenta de que no hay ningún grupo. Damos por supuesto que no había disponibilidad en el tour porque los domingos no hay. No nos queda más que dar una vuelta por nuestra cuenta.
Callejeando nos damos cuenta de la cantidad de gente que vive en la calle. Al llegar a la Catedral Metropolitana vemos como en varios puntos les está repartiendo comida y bebida. Las colas son larguísimas. Y mientras sacamos unas fotos un coche de policías nos advierte de que tengamos cuidado con la cámara de fotos. Ya es la segunda vez que nos lo dicen. Tendremos que andar más pendientes.
Cómo no tenemos nada más que hacer por la zona, decidimos coger un taxi hasta el Parque de Ibirapuero. Lo llaman “el pulmón de Sao Paulo”. Se trata de un parque enorme con muchas zonas para echarte en la hierba y pasar el día. Está lleno de gente, suponemos que es porque es domingo.
Nos dejamos caer en la hierba cual morsas y nos quedamos medio traspuestas. Está siendo duro aguantar el día con tan poca energía en el cuerpo. Pero esto no ha hecho más que empezar. Así que volvemos dando un buen paseo hasta el apartamento.
De camino paramos en un restaurante a comer. Y la comida genial, todo muy rico, pero la caipiroska va bien cargada. Aquí hay otro nivel y no sabemos si estamos preparadas. Unos minutos bastan para darnos cuenta de que no y el camarero nos ofrece echarle agua para rebajar el sabor tan fuerte. Aún y todo nos cuesta terminarlas.
Hacemos una pequeña compra para los desayunos y nos vamos al apartamento. Por fin podemos echarnos un rato en una cama, darnos una ducha y disfrutar de volver a oler como personas normales. Porque todavía no lo he comentado, pero vaya sudada. Hace muchísimo calor.
Cogemos fuerzas para terminar de exprimir el día y nos vamos en metro hasta Beco do Batman. Son unas callejuelas llenas de grafitis y bares con un ambiente muy agradable. Es momento de otro coctelazo para el cuerpo. Este si que está bien bueno, una caipiriña de maracuyá con dragon fruit y cachaza. Espectacular.
Ahora si que es hora de retirarse. Si queremos seguir en pie mañana, debemos irnos a descansar. Cogemos el metro de vuelta al apartamento y picamos unas patatas fritas de cena. El cansancio nos ha quitado el hambre y las ganas de hacer fotos de la comida, que de momento apenas las estoy haciendo.
Caemos muertas en la cama. Son las diez y media de la noche y no podemos más. Entre la paliza de viaje y este día tan intento parece que llevamos una semana aquí.
Día dos en Sao Paulo y todos nuestros planes se van al garete. Seguro que de vuelta nos viene algo genial, pero en este momento estamos en una ciudad en la que no tenemos demasiadas opciones. Por la mañana queríamos aprovechar para descansar en la piscina del hotel, leer un poco, bañarnos, relajarnos… Resultado: piscina cerrada los lunes por mantenimiento. Bajamos directas a recepción con toallas y bañadores puestos, haciendo el ridículo total, pero no conseguimos nada. Nos quedamos sin piscina.
Plan B: hacer por la mañana lo que queríamos por la tarde. Rápidamente entramos en Google para buscar la manera de llegar al Parque Jaragua. Allí hay varios senderos fáciles para hacer en 2-3 horas. Algo que no nos deje muertas con el calor que hace. Resultado: parque cerrado los lunes. ¿Es esto algún tipo de broma? ¿Qué vamos a hacer ahora?
Sao Paulo no tiene gran cosa, volábamos aquí y queríamos darle una oportunidad, pero está claro que el destino no nos lo está poniendo fácil.
Sin perder ni un minuto más, nos decantamos por seguir pateando la ciudad. Vamos a empezar por el Barrio Japonés. Lo vimos de pasada desde el taxi y tenía muy buena pinta. Por el camino vamos preguntando a la gente, pero está claro que no nos entendemos muy bien. Lo que era un camino de media hora desde el hotel lo hacemos en hora y media.
Una vez que llegamos allí, damos un paseo entre las calles, entramos en alguna de las tiendas y visitamos el imponente Jardín Oriental. Un minúsculo jardín con un pequeño estanque con dos tristes peces… Nada del otro mundo. Desde fuera prometía más, comparándolo con lo que te encuentras dentro.
Sin mucho más que hacer y con la necesidad de sentarnos en algún sitio, compramos algo dulce para picar y nos tomamos unos zumos naturales riquísimos. Creo que cada vez que tenga la oportunidad voy a añadir maracuyá en cualquier cosa. ¡Qué rico!
De vuelta al apartamento, nos preparamos unos bocatas y nos los llevamos al Parque Ibirapuera. Otro buen paseo hasta allí para después tirarnos en las toallas y pasar la tarde leyendo, haciendo estiramiento, escribiendo y tomando el sol. Se nota que no es domingo como ayer y está todo mucho más tranquilo. Es una maravilla estar allí tiradas.
Como nos hemos quedado con ganas, damos un buen paseo por el parque, que es inmenso, y cogemos rumbo a casa para disfrutar de una buena ducha. El agua bien fría para quitar esta sensación de calor bochornoso.
Solamente nos queda cenar y despedirnos de Sao Paulo. Tenemos fichado uno en frente del hotel con muy buena pinta. Según salimos del apartamento, damos dos pasos y… ¡Sorpresa! Está cerrado. Intentamos buscar algo cerca y acabamos en un pequeño bar autentico brasileño. Unas cervezas y algo de fritanga es suficiente para terminar como se merece este magnífico día. Tenemos la suerte de caer en un restaurante en el que nos atiende un chico simpatiquísimo, que se esfuerza por explicarnos y enseñarnos con fotos en el móvil todos las palabras que no entendemos de la carta.
Mañana partiremos rumbo a Río de Janeiro y estamos super ilusionadas. Sobre todo por las tormentas eléctricas que pronostican para esos días.
Parece una novela.
Tiene suspense, intriga giros de guión….
Seguid así
Y solo acaba de empezar!! Biba zuek!!!
Joe… Seguro que todo va a mejor!!! Vaya aventuras! Que sería de los viajes sin los imprevistos!!! Disfrutar!!!
Q ganas de volver a leer vuestras aventuras!!!!
Muchos Muxus!!!!