Tras el sprint lavando ropa, después de que nos dejaran las maletas en Munich, y preparando nuevas maletas, cogemos la furgo Endika y yo para dejarla aparcada en Madrid y coger un vuelo dirección a Tenerife. ¡Que tenemos bodorrio! Pero claro, entre el viaje en coche, las esperas en el aeropuerto, el trayecto en avión y llegar hasta el hotel… El día se hace algo largo.
Nada más llegar a la habitación del hotel, sacamos la ropa de la boda (que es lo que más me preocupa) y nos damos una ducha rápida. Una vez listos, nos juntamos con el “Equipo Boda” para cenar algo de picoteo. De vuelta al hotel quiero quitarme de encima el planchar la ropa, pero al ver la cara de sorpresa del recepcionista al pedirle la plancha a las 12 de la noche, me termina dando pena y decido dejarlo para la mañana. Pero es lo primero que pienso pedir según me levante. Necesito planchar la ropa de la boda cuanto antes.
Y aquí estamos en Tenerife, listos para irnos de boda. Todavía me acuerdo hace casi un año, en el coche con Laura y Ekhine de camino a nuestra semanita de vacaciones previas a empezar el curso, cuando Ekhine dijo sin venir a cuento que me reservara el 6 de agosto del 2022. Pues ha llegado el gran día y las expectativas son muy altas. ¡Esto tiene pinta de bodorrio!
Según nos despertamos lo primero que hago es pedir la plancha, dejo todo listo y nos tomamos un café antes de entrar a la peluquería. Lo peor es tener que ir a las 10 a la pelu siendo boda de tarde. Se hará largo el día, pero para presumir toca sufrir.
Para las 11:15 ya estoy fuera y mi única preocupación es el viento. El peinado tiene que aguantar como sea hasta las primeras fotos, por lo menos. Así que me vuelvo a sentar con Endika en una terraza a tomar un zumo de naranja natural e intentar que los minutos vayan pasando rápido. Acabamos dando un paseo hasta un par de tiendas de esas que le gustan a Endika (y a mí, para qué nos vamos a engañar), tiendas “frikis” y con la tontería va pasando la mañana más rápido.
Viendo que llega la hora de irse a maquillar y vestirse, decidimos ir a picar algo cerca del hotel acompañados de Laura, que tras horas en la peluquería, ya está lista. Haciendo caso a la orden de Ekhine de no comer mucho, picamos algo rápido. Con que lo cumplimos a rajatabla sabiendo que nos vamos a poner las botas.
Una vez que pasamos por el hotel y ya estamos todos listos y divinos, vamos al punto de encuentro por donde pasa el autobús. Se nota en el ambiente que hay ganas de fiesta. A partir de ahí, todo lo que ocurre es difícil de explicar con palabras.
Empezando por el sitio, un jardín decorado con millones de flores naturales y una parte central para la ceremonia que está preciosa. Nos vamos sentando, entre foto y foto, ya que no podemos dejar pasar ningún detalle sin ser fotografiado. Y lo que es la ceremonia se hace muy amena, entre risas y llantos de emoción, resulta que se nos ha casado Ekhine. ¡Quién nos hubiera dicho que íbamos a estar aquí presenciándolo!
El cóctel es en el mismo sitio. Lo que no esperábamos era que entre pintxo y copa apareciera una batucada acompañada de una comparsa de carnaval. ¿Esto es real? Sin pensarlo demasiado nos vamos juntando todos en el centro para darlo todo junto a los bailarines. Esto sí que me hace mucha ilusión. Siempre he soñado con venir al carnaval de Tenerife y esto no hace más que producirme muchas más ganas.
Y por si todo lo anterior fuera poco, antes de irnos a la zona de las mesas para la cena, nos damos cuenta de que las pamelas que hay en una esquina muy monas colocadas y que para nosotras podía ser simple decoración, son pamelas personalizadas con nuestros nombres. ¿Acaso se puede tener más detalles de este tipo? Por supuesto, no pueden faltar otras tantas fotos con las pamelas. Nos sentimos como en una de esas bodas que vemos en Instagram a las que van las influencers. ¡Todo es tan ideal!
He de confesar que sí que había estado cotilleando el sitio en Instagram y había podido comprobar lo divino que era todo. Pero no es lo mismo cuando estás allí mismo. Cada detalle, cada adorno… todo está muy cuidado y pensado para que te haga sentir que estás en un lugar mágico. Y para sentirnos todavía más especiales, los novios nos dejan una nota personalizada a cada uno en nuestro sitio. Sobre la mía tengo que decir que yo también te echaré de menos en el cole.
Entonces es cuando llega la cena. ¡Todo estaba demasiado bueno! Mientras cenamos los novios van repartiendo detallitos y regalos hasta que en nuestra mesa caen unos novios. ¡Qué emoción! ¡Queremos otra boda! El ambiente que hay entre la gente da muy buen rollo, somos los justos y necesarios y eso se nota. Y el menú es espectacular, pero uno de los postres me roba el corazón.
Una vez que ya no podemos más y tenemos más que fotografiada la zona donde hemos cenado, nos movemos a la zona del baile. Creo que no hace falta decirlo, pero cada espacio en el que estamos nos sigue sorprendiendo y no iba a ser menos la zona de baile. Aquí ya aparece la barra libre, la noche nos confunde y entre baile y baile vamos saliendo a tomar el aire, pasamos a dejar una dedicatoria en el cuaderno o bajamos al baño donde tienen cualquier cosa que puedas imaginarte.
La vuelta al hotel, a pesar de estar reventados, sigue siendo unas risas. Se nota que lo hemos pasado en grande y nos quedaríamos un buen rato hablando y haciendo el idiota fuera del hotel. Pero eso no nos conviene de cara al cansancio del día siguiente.
Que claro, el día siguiente a la boda… Eso ya es otra cosa. Nos levantamos cuando el cuerpo nos lo pide y nos vamos a desayunar/comer algo para recuperar fuerzas. Además, a media tarde nos toca ir a por el coche de alquiler y así tenerlo listo para la mañana siguiente. Aunque antes nos damos un chapuzón en la piscina.
Hay que volver a recalcar que esas pamelas son ideales. Si Ekhine tiene una, nos las llevamos a Ibiza sin dudarlo.
Acompañamos a Ane y Alex al aeropuerto y así cogemos nuestro coche de alquiler. Volvemos a la zona del hotel, aparcamos el coche cerca y nos volvemos a juntar con Laura y Mikel para ir a cenar. Nos metemos unas hamburguesas como dios manda entre pecho y espalda y para terminar nos juntamos con Ekhine y Ale para repasar los “momentazos” de la boda.
Ahora nos quedan dos días en Tenerife y aunque nuestra intención era irnos el primer día al Siam Park, las fuerzas flojean y preferimos esperar al segundo día y disfrutarlo más y mejor. Por lo que cogemos nuestro coche de alquiler y ponemos rumbo a los acantilados de Los Gigantes. Hasta aquí la carretera no es demasiado mala. El último tramo es algo más complicado, con curvas cerradas y un carril bastante estrecho. Pero es un tramo muy cortito y llegamos enseguida.
Nos toca aparcar algo lejos y darnos un paseo hasta la playa. Donde aprovechamos a darnos un baño. Nos imaginábamos que la playa estaría llena y no podríamos ni relajarnos un rato. Pero es todo lo contrario. Hay sitio de sobra y además es una playa pequeñita y tranquila. Estupendo para empezar nuestro día.
Antes de coger de nuevo el coche, pasamos por el supermercado para comprar algo de comida y no perder tiempo en nuestro próximo destino: Masca. He estado varias veces en Tenerife y no había escuchado hablar de este pueblo. De camino en coche hacia allí entiendo la razón por la que nunca he estado por allí: ¡la maldita carretera!
Con el coche a dos por hora y girando curva tras curva sin ver el final del camino, llegamos a Masca. Y la verdad que me sorprende muchísimo. Ha merecido la pena el esfuerzo, que en este caso lo ha hecho Endika. A mí me tocará coger el coche de vuelta. Así que ya me puedo preparar. Damos un paseo por el pueblo procurando aprovechar cada sombra que vemos, ya que el calor es insoportable. Hacemos un millón de fotos desde cada mirador que encontramos y volvemos dando otro paseo bajo el sol hasta el coche.
Antes de comenzar el camino de vuelta, aprovechamos para comernos la ensalada que habíamos comprado y cogemos energías para montar de nuevo en el coche en busca de una carretera medio decente. Ponemos rumbo al norte, para visitar Garachico. Tras otros 20 minutos que parecen unos 40, el momento en el que volvemos a ver una carretera de doble sentido con línea pintada en el suelo y sus arcenes, casi nos saltan las lágrimas de la emoción.
En Garachico notamos que hemos llegado al norte, ya que está todo prácticamente nublado. Hemos venido a bañarnos en las piscinas naturales, pero con el fresco que hace llegamos incluso a dudarlo. Pero por supuesto que acabamos probando las aguas de Garachico, aunque fuera un baño rápido.
Para terminar nuestra ruta, hacemos una pequeña parada en La Giganta de Santa Úrsula, ya que nos pilla de camino. Otro millón de fotos más y vuelta para el hotel, que ahora ya sí que no podemos más con nuestra vida. Además, cenamos pronto, ya que queremos madrugar para ir al Siam Park.
Y cuando digo madrugar, es madrugar de verdad. Queremos estar a las 9 en la entrada del parque, tenemos una hora aproximada de coche hasta allí y tenemos que desayunar algo antes. Pero entre que no nos llevamos muy bien con el GPS y nos perdemos varias veces, acabamos comprando un café y un bollo en una gasolinera de camino al Siam Park.
Una vez allí, dejo a Endika en la entrada y me voy a aparcar. Es cierto que el parque abre a las 10, pero Ekhine nos ha hecho el favor de nuestra vida y nos ha informado de que el parque suele estar llenísimo, con colas para las atracciones larguísimas y que nos merece la pena comprar el Fast Pass. Pero estos pases se acaban pronto, por lo que tenemos que intentar conseguirlos si realmente queremos disfrutar del día.
A pesar de que en internet pone que el parque se abre a las 10, lo que no dicen es que en realidad lo que se abre a las 10 son las atracciones, ya que el parque está abierto desde las 9. Por lo que puedes comprar en las tiendas de dentro el Fast Pass. Entre algo de histeria colectiva y empujones, conseguimos nuestros pases y no podemos estar más contentos.
Lo que viene de ahí en adelante no se puede explicar. Sí, es un parque acuático, pero no es cualquier parque acuático. Si no has estado allí, no puedes entenderlo. Para empezar, todo está decorado al detalle para que te parezca que te has trasladado a Camboya por lo menos, las atracciones son otro nivel (en lo que se refiere a parque acuáticos) y yo no puedo ser más feliz que pasando el día en el agua. El único problema es que yo no recordaba tanta gente dentro del parque. Las colas son de unos 40-50 minutos y teniendo los fast pass podemos ahorrarnos todas esas colas y pasar en cuestión de 5 minutos. Pero aún y todo sigo pensando que hay demasiada gente. Si no es por los pases rápidos, no llegamos a montarnos en todas las atracciones.
También aprovechamos a descansar en la piscina de olas y comer algo para poder aprovechar hasta la hora de cierre. Ahora ya sí que no tenemos fuerza para nada. Justo para volver en coche hasta Santa Cruz y tirarnos a dormir en el hotel.
He de confesar que aunque me parecían pocos días en Tenerife, me llevo una sensación buenísima de haber aprovechado los días al máximo. Y tendremos que volver, que Endika se ha quedado con las ganas de visitar el Teide.
Aunque… No se acaban las vacaciones. Tenemos que coger el vuelo de vuelta a Madrid para coger la furgoneta y hacer nuestra escapada más larga con ella. ¡Tengo muchas ganas!
P.D.: Seguimos sin tener nombre para la furgo. Esto se tiene que solucionar pronto.
Kaixo!!
Que intenso todo!!!jaja!!
Pero que bien!!
Seguir disfrutando!