Ta ibili munduan

Tengo claro que volveré a Galicia

Con nuestra mini furgo empieza una nueva aventura hacia tierras gallegas. Pero llevamos bastante paliza encima y no podemos llegar del tirón hasta Sanxenxo, nuestro próximo destino. Decidimos buscar algún merendero tranquilo de camino y nos convence uno que está a media hora de Ourense, en Baltar. Cuando usamos la aplicación de Park4night me suele preocupar el llegar con tiempo al sitio donde decidamos pasar la noche para poder ojearlo y decidir cuál es el mejor punto para poner la furgoneta. Una vez que anochece, todo se complica mucho más.

Y como nos suele pasar, esta es una vez más de las que llegamos cuando ya casi no hay apenas nada de luz. Aunque pensábamos que los tiempos los habíamos calculado bastante bien, siempre para algo que te altera los planes. El GPS decide mandarnos por un camino de cabras lleno de piedras que se nos hace más largo de lo que sería en realidad. Damos marcha atrás, intentamos comprender Google Maps, retomamos el camino bueno y llegamos hasta un pequeño merendero en el que no hay absolutamente nadie. ¡Qué maravilla!

Como he dicho, hay algo de luz, y en cuanto aparcamos aprovecho para montar la cama y ordenar todo mientras Endika prepara una sopa de cena. Estamos solos y se agradece un montón la tranquilidad del sitio. Con haber llegado media hora antes yo ya hubiera sido feliz.

Además de haber llegado a oscuras al sitio, empieza a llover un poco, nos metemos debajo del portón de la furgoneta a cenar y nos vamos pronto a la cama, pensando en que vamos a descansar de lo lindo. Pero en el último momento decidimos poner una película (Trece Vidas) en el ordenador y somos incapaces de terminarla, ya que es larguísima y se nos ha hecho muy tarde.

Por la mañana, aprovechando que estamos solos, me doy una ducha, recogemos todo con tranquilidad y preparamos el desayuno. Ahora solo nos queda poner rumbo a Sanxenxo, que nos queda a unas dos horas aproximadamente. Allí vamos a juntarnos con Laura y Mario, con los que hemos coincidido bastante este verano, pero sabemos que siempre es un acierto hacer planes con ellos.

Al llegar a Sanxenxo vamos directos al camping que está frente al apartamento que han alquilado ellos. Elegimos nuestra parcela, colocamos la furgoneta de manera estratégica para estar cómodos los próximos días y nos preparamos para irnos de comida en buena compañía.

Haciendo un inciso, de verdad que no os podéis hacer a la idea de qué difícil es elegir una parcela y decidir cómo colocar la furgoneta. Habría que sacarse un master para poder acertar en todo, porque es realmente complicado. Tampoco queremos perder demasiado tiempo en eso, pero son decisiones importantes.

Así que una vez que tomamos las decisiones pertinentes, nos vamos corriendo al encuentro con Laura y Mario. Lo primero que hacemos es tomarnos unas cañas antes de ir a comer. No sabemos a dónde nos van a llevar a comer, pero confiamos plenamente en su elección. Al llegar al restaurante me doy cuenta de que vamos a comer pulpo, entre otras cosas, y ya me siento emocionada. Que hasta entonces creo que no era consciente de que estábamos en Galicia y que vamos a comer de lujo.

Para bajar la comida no hay nada mejor que irnos un rato a la playa y disfrutar de las aguas heladas de Galicia. Ni en Donosti me cuesta tanto entrar al agua. De hecho, no me termino bañando porque se nos ha ido un poco la hora y el sol no pega como horas antes. Así que decidimos alquilar una pedaleta. Y digo pedaleta porque allí lo llamaban así, pero no lo he llamado de esa manera en la vida.

Hubiera sido genial si la que llevábamos entre Laura y yo funcionase bien, ya que nos costaba cambiar el rumbo hacia donde queríamos. Aunque de esa manera también echamos unas risas. Hacemos cambios de una pedaleta a otra, damos círculos sin sentido… ¡Un cuadro!

Se nos hace tarde y después de un buen rato nos volvemos al camping a darnos una ducha y cenar algo calentado en nuestro fantástico camping gas. Aprovechando que no es demasiado tarde terminamos la película que empezamos ayer.

Antes no lo he comentado, pero es la película que han hecho sobre los 12 niños y su entrenador que se quedaron atrapados en una cueva en Tailandia. ¡Qué ansiedad de película! Y encima es larguísima. Pero está muy bien si te gusta sufrir por la claustrofobia del resto.

Al día siguiente, amanecemos y nos vamos a Cambados a mariscar. Sinceramente, yo me quería comer el marisco, pero en lugar de eso estoy en Galicia buscando el marisco para luego ni siquiera llevárnoslo. ¿Qué tipo de engaño es esto? Es verdad que tengo que confesar que no ha sido tan mal plan, pero yo lo que quiero es comerme el marisco, no recogerlo.

Después de esta excelente experiencia, nos vamos a tomar algo a la parte vieja esperando a juntarnos con Ruth & company, que para el que no lo sepa, esta ha sido mi compañera de trabajo durante los magníficos años de pandemia. Y ahí aparece, acompañada de sus dos fieras, que son un amor, pero sobre todo el pequeño… ¡Vaya caña!

Nos vamos juntos a comer y darles el mediodía a todos los comensales que nos rodeaban. Estamos felices, estamos a gusto y nos venimos arriba. Mientras las fierecillas rondan la mesa como locas, nos creemos estar en un karaoke y vamos reviviendo canción tras canción los años 80 y 90. Años buenísimos para la música. Ya no hacen música tan buena. (Y ese es el típico comentario que haría una persona que se está haciendo mayor.)

Para no bajar el ritmo, nos vamos a la playa, nos pedimos unos mojitos y esta vez sí que nos bañamos. Hace una tarde espectacular para estar ahí tirados sin hacer nada. Y obviamente seguimos en la misma onda que antes y muy buen rollo.

Hasta que toca retirarnos. Aprovechamos para cenar unos bocatas, que por cierto estaban malísimos, cerca del camping y nos vamos pronto a dormir. ¡No podemos más con nuestra vida! A veces lo pienso y no sé como voy a aguantar en el año sabático.

Lo mejor de Galicia, además de la comida, es que estamos durmiendo muy bien, ya que no hace demasiado calor a las noches y podemos descansar. Estamos en la gloria. Necesito venir más a menudo de vacaciones a Galicia y con la furgoneta tiene pinta de que hay sitios muy chulos.

Para nuestro último día en Galicia, nos vamos a comprar algo de marisco, acompañado de una empanada, para irnos de picnic a un merendero. Nos acercamos a Sanxenxo, hacemos la compra y volvemos a por Laura y Carlota para buscar un txoko donde comernos este manjar.

Yo pensaba que estaba cansada y que con dormir me encontraría mejor, pero la verdad que sigo bastante echa polvo. Es verdad que me he lavado el pelo por la mañana y no me lo he secado. Los que me conocen bien saben que eso para mí es fatal y puede que sea eso lo que me esté afectando.

Así que me llevo una especie de hamaca para poner descansar mientras estamos de picnic. Y nada más acabar, volvemos al camping y me echo una siesta esperando estar algo mejor después.

A media tarde nos acercamos a La lanzada para dar un paseo y terminar en una feria junto al mar, donde acabamos pidiendo algo para picar y así de paso cenar. No es ninguna maravilla, pero para lo tirados que estamos nos sirve.

Hacemos el paseo de vuelta hasta el coche y nos vamos a dormir. En principio pensabamos quedarnos hasta la hora de comer del siguiente día. Pero dan malo y no estoy en mi mejor momento. Así que nada más amanecer nos ponemos en marcha.

Tampoco sabemos si vamos a hacer todo el camino del tirón hasta Donosti o pararemos por el camino, pero como vamos con la furgo no hay problema. Ya decidiremos.

Endika va conduciendo y mientras vaya bien seguiremos rumbo a casa. ¡Y conseguimos llegar del tirón! Voy a dormir por fin en mi cama, aunque sin perder ni un minuto, empiezo a poner lavadoras en cuanto puedo. Que toca prepararse para el siguiente destino, para el que queda una semana, pero en lo que estoy en Donosti no tengo ni un segundo de respiro, ya que quiero ver a todo el mundo.

Por si a alguien le ha entrado la duda o curiosidad, me hice una prueba de antígenos en casa y dio negativo. Sigo sin haber pasado el COVID oficialmente. Eso sí, tengo muy claro que tengo que secarme bien el pelo cada vez que me lo lavo, a pesar de que sea verano.

P.D.: Me he dado cuenta de que en este viaje he sacado muy pocas fotos. Lo cual es buena señal (para mí por lo menos), ya que he desconectado un montón.

Un comentario en «Tengo claro que volveré a Galicia»

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial