Ta ibili munduan

La mala suerte de no ver ballenas se compensa con la buena suerte de ver auroras boreales

El cielo sigue encapotado. ¿Quién lo desencapotará? El desencapotador que lo desencapote buen desencapotador será. Nuevo día, mismas nubes. No hay manera de que se vaya a dar por … en otra parte. Las tenemos todas para nosotras aquí mismo. Nuestro objetivo para el día de hoy es ver las auroras boreales. Hemos reservado un tour que empieza a las 6 de la tarde y nos lleva a lo lejos, hacia la zona de montañas, para ver si conseguimos ver las auroras.

Por lo que hoy, que no tenemos ninguna prisa por la mañana. Nos despertamos, en mi caso, con mucho dolor de cabeza, y nos preparamos nuestro rico desayuno: tostadas con tomate y jamón acompañadas de un café bien caliente. Así nos cuidamos nosotras. Cuando ya estamos más despiertas, nos preparamos sin mochilas ni nada para irnos a dar una vuelta por el valle. El mismo en el que estuvimos por la noche, que estaba demasiado iluminado. Esta vez vamos a pasear durante el día para ver las vistas.

Disfrutamos de un paseo tranquilo, hablando y cotilleando de mil cosas, y saludando a todo el pasa esquiando. A decir verdad, no son muchos los que pasan y estamos muy tranquilas durante todo el camino. Haciendo el idiota por supuesto y sacando fotos de ello, para tener pruebas de que eso es así. No lo dudábamos, pero así podemos demostrarlo.

Sobre las 12 volvemos al camping, terminamos de escribir algunas postales y salimos camino al centro de Tromsø donde tengo intención de comerme un perrito caliente vegano. Tengo todas mis esperanzas puestas en ese perrito y estoy dando por supuesto de que va a estar riquísimo. Espero que sea así. Antes de salir del camping, pasamos por la recepción, ya que, tenemos un nuevo problema. Nos han cancelado definitivamente el tour de las ballenas y necesitamos hacer un último intento. Hablamos con la chica de recepción y nos dice que ella se va a encargar de buscarnos un tour. Le dejamos nuestro correo electrónico y nos vamos a Tromsø deseando recibir noticias suyas a lo largo de la mañana.

Se nos ha hecho más tarde de lo que pensábamos y entre una cosa y otra es hora de irnos a comer ese perrito caliente que tanto deseamos. Lo acompañamos de un vino caliente, simplemente por probarlo, y nos sentamos a disfrutar de todo ello en los bancos que hay junto al quiosco de perritos calientes. Menos mal que al centro de los bancos hay unas pequeñas brasas que sirven para calentarnos mucho.

Como estamos junto a la tienda de souvenirs, nos acercamos a echar las postales (que las hemos terminado de escribir por la mañana) y nos vamos a nuestra cafetería preferida a tomarnos un rico café. Tenemos tiempo de sobra y, al sentarnos en la cristalera frente al puerto, nos pasamos casi una hora mirando a la gente que va paseando y pasa por delante de nosotras.

Es hora de moverse y dejar sitio a otros. Hacemos una pequeña compra en el supermercado y pasamos por varias tiendas de souvenirs. Pero como somos tan aplicadas y productivas, terminamos con tiempo de sobra para tomarnos una caña antes de empezar con el tour de las auroras boreales. Junto al punto de encuentro del tour, entramos en el primer bar que vemos y nos pedimos dos ricas cervezas.

No me sienta ni bien la cerveza. ¡28€ por dos cervezas! ¿Pero esto qué es? ¡Hemos sido estafadas! Los 45 minutos que pasamos en el bar no puedo quitarme de la cabeza el sablazo que nos acaban de dar. Esto ha tenido que ser una broma, pero una broma que no tiene ninguna gracia. ¿De verdad hemos pagado 28€? Sabía que iban a ser caras las cervezas aquí, pero igual tenemos que pasarnos a chupitos de cerveza.

Una vez superado el atraco a mano armada, empieza nuestro tour. Nos dividen en grupos dependiendo del tour que hemos contratado cada uno y nos meten en autobuses distintos a cada grupo. Nos quitamos toda la ropa que podemos, nos ponemos cómodas y nos preparamos para un nuevo trayecto de 45 minutos hasta el primer spot donde pararemos. Cuando el guía se presenta, ya sabíamos que era argentino, porque le habíamos escuchado, pero nos da más alegría pensar que vamos a poder hacerle preguntas en castellano. ¡Qué suerte hemos tenido!

Durante todo el trayecto solamente estamos pendientes de las páginas web que nos dio William. Pero el clima no acompaña. Está muy nublado y además está nevando bastante. Aunque se den todas las condiciones que nos dijo William, si no tenemos el cielo descubierto, es imposible que veamos auroras boreales.

Cuando llegamos a esa primera parada, todos bajamos emocionados, porque pueden verse algunas estrellas. Solo que en cuestión de segundos, aquello se nubla, empieza a nevar y empieza a ser insoportable estar allí. No por el frío, sino por la nieve cayendo continuamente en nuestra casa. Y con bastante fuerza.

Vane se acerca a nuestro querido guía Diego y amablemente le invita a que nos movamos de allí cuanto antes. Aunque nos hace esperar un poco más, no sabemos muy buen a qué. Ya que a los 15 minutos el temporal sigue siendo el mismo y nos metemos al autobús para ir al siguiente punto. En esos 15 minutos, nuestra conversación con Diego no nos da muchas esperanzas de ver auroras boreales estos días. La semana, como en dicho anteriormente, está complicada.

En el autobús ahora tenemos como media hora más. Dependiendo del clima íbamos a hacer una segunda parada, pero parece ser que no es posible y nos vamos directos al campamento base para esta noche. Al llegar, antes de entrar en el tipi que tienen montado para resguardarnos, nos comentan que tienen un montón de huskies ahí mismo. Nos piden y ruegan que si los huskies están durmiendo los dejemos tranquilo. En caso de que no lo estén, nos dicen que nos acerquemos tranquilamente y dejemos que sean ellos los que den el paso de venir hacia nosotros y dejarse tocar.

Bajamos del autobús y ahí están los perritos, mirándonos. Al acercarme, alguno es más sociable que otro, a alguno le cuesta un poco más acercarse… Pero hay uno que se me lanza y me da unos abrazos muy cariñosos. Casualidades de la vida se llama Bilbao. ¡Este me ha olido que soy vasca! Disfruto mucho de sus abrazos y de la emoción de todos los perros porque los acariciemos. Son todos un amor. Solo que me da rabia que serán los típicos perros que usan para los tours de paseos en trineos.

Entramos dentro del tipi e intentamos ponernos a calor. Nos ofrecen un chocolate caliente y unas galletas. Hace frío y nos viene genial meter algo caliente al cuerpo. En un momento en concreto, nos invitan a salir a observar el cielo ya que hay varios claros y podríamos ver alguna aurora boreal. Sin mucho éxito, volvemos congelados dentro del tipi, cabizbajos, desmotivados… ¡Pero que no decaiga! William nos dijo que no perdiéramos nunca la esperanza.

Mientras empiezan a servirnos la cena (que no sabíamos que estaba incluida), Vane y yo no podemos para de comprobar cada segundo las páginas web que tenemos gracias a William. Ponemos las salchichas que nos dan en las brasas y nos sentamos con el guiso que nos han dado. Seguimos revisando cada minuto las cámaras web de Finlandia y Suecia y la cámara en directo del observatorio de Skibotn.

No paramos de reírnos y hacer bromas diciendo que viene una aurora boreal desde Finlandia. En un momento determinado, me da la sensación de estar viendo cómo aparece una aurora boreal en el observatorio de Skibotn. Se vuelve a actualizar la imagen de la cámara y se ve con más intensidad. Y de repente… ¡Se ve de manera muy intensa el color verde! ¡Hay que salir afuera corriendo!

Vane se queda vigilando las salchichas y yo salgo fuera intentando ser disimulada (ya me ha dicho Vane que no lo fui), y nada más mirar al cielo me quedo anonadada. Por suerte, junto a la puerta del tipi está Diego. Me asomo adentro y le digo: ¿es eso? Sale fuera y me confirma que lo que hay en el cielo son auroras boreales. Todo el mundo empieza a salir corriendo y cuando me junto con Vane nos vamos a una zona más oscura a disfrutar de este mágico momento. ¡De verdad que no teníamos ninguna esperanza!

No puedo explicar lo que se siente al ver una aurora boreal, ni tampoco os lo puedo enseñar. Mi móvil no puede sacar buenas fotos a la noche. Pero tampoco hace falta, con disfrutar el momento ya me vale. Además, los del tour están sacando fotos que ya nos pasarán. Yo dejo aquí lo poco que he podido sacar con el móvil.

Estoy encantadísima de la vida y no puedo con la emoción, pero sinceramente me da mucha rabia que si no es por Vane y por mí, aquí nadie ve una aurora boreal. ¿Qué estaban haciendo los guías mientras nosotros cenábamos? ¿Acaso no es su trabajo estar atentos? ¡Que para eso estoy pagando! No para estar comprobando las páginas online que tenemos e intuir cuándo va a salir una aurora boreal.

Cuando ya pasan, volvemos al tipi, terminamos la cena y recogen todo para hacer le camino de vuelta. Como hemos estado hablando con Diego, nos van a dejar cerca del camping y no en el centro de Tromsø. Así nos ahorramos cruzar el puente a la 1 de la mañana. ¡No nos merecemos menos después del favor que les hemos hecho!

Volvemos al camping como si estuviéramos en una nube. Aunque según llegamos y nos tomamos una infusión, caigo rendida en la cama y me duermo como si hiciera tres días que no descanso. ¡Nuestro tercer día en Tromsø ha sido un éxito! Ahora os dejo una de las fotos del fotógrafo del tour. Disfrutadla.

Jueves 26 de enero. Hoy era la última opción que teníamos para ir a ver ballenas con la empresa que lo contratamos y nos lo han vuelto a cancelar, pero mañana lo intentaremos con la nueva empresa que nos ha conseguido la recepcionista del camping. Sabemos que no es cuestión de cancelar por cancelar, que tienen sus razones, pero queremos intentarlo. La esperanza es lo último que vamos a perder. Desayunamos nuestras tostadas con jamón y tomate y nos preparamos para un nuevo largo día. Estamos durmiendo poco, pero no nos importa. Ya descansaremos cuando volvamos a casa. Ahora no es momento de relajarse.

El plan es parecido al último día: paseo mañanero por Tromsø, visitar y volver para la hora del tour de auroras boreales. Hoy volveremos a salir en busca de alguna aurora. De momento, salimos del camping camino a cruzar nuestro puente favorito. Solo que de camino paramos en la Catedral del Ártico. Y ya de perdidas al río. Después de pagar las cervezas a 26€, pagamos 14€ por entrar en una catedral, que está curiosa, pero es pequeña y no debería ser tan cara la entrada.

Ahora sí que es momento de cruzar el puente. Vamos tranquilas, de paseo, disfrutando el paisaje y el respiro que nos dan las nubes. Hemos llegado a ver hasta unos rayos de sol. Solo que al llegar al final del puente, empieza la tormenta, la nieve cae de todas partes y con mucha fuerza y no encuentro a Vane. Le mando un mensaje para juntarnos en nuestra querida cafetería.

Cuando ya nos juntamos tomando nuestro rico capuchino, recibo una llamada. Es Janek, nuestro guía para esta noche. Hemos contratado un tour en el que no sabemos muy bien que vamos a hacer. Pero creemos que somos máximo cuatro personas y es mucho más privado y personalizado. En función de lo que le pidamos haremos una cosa u otra. Eso es lo que queremos y lo que nos estamos imaginando. Pero tampoco lo tenemos tan claro.

Estando en el centro de Tromsø aprovechamos para irnos de compras, mirar unos cuantos souvenirs y cuatro tonterías de último momento. Vuelta para aquí y vuelta para allá, casi ni nos ubicamos y nos estamos recorriendo el doble de metros de los que deberíamos. Pero por alguna razón tenía que ser así, ya que acabamos encontrando la tienda más friki de todo Tromsø. Está llena de comics, juegos de mesa, funko pops, figuras anime, peluches pokemon… Y, en el piso de arriba, un sinfín de Legos muy especiales, de esos que no encuentras en todos los sitios. Entramos en colapso mental, pensando como podríamos meter todo lo que queremos comprar en la maleta. Hasta que recordamos que el problema no es solamente el sitio en la maleta, sino que tampoco tenemos el dinero necesario para comprarnos tanto Lego.

Estamos bastante cansadas y sabemos que la noche será larga. Así que nos acercamos al camping a descansar y echar una siesta si puede ser. Además, con el tiempo que hace tampoco es que haya muchas más opciones. Una vez en nuestra cabaña, tras cruzar de nuevo el fantástico puente, entramos en calor, nos relajamos y cuando llega la hora nos acercamos a la entrada del camping para esperar a Janek, nuestro chofer.

Está muy puntual. Pero antes de subirnos al coche queremos preguntar en recepción si saben algo sobre el tour que tenemos mañana para ir a ver a las ballenas. Como hasta ahora nos han ido cancelando todos los días, se nos hace raro que no nos hayan dicho nada. Nos comentan que ellos no han recibido noticias y que estemos tranquilas. Así que nos subimos al coche de Janek en busca de auroras boreales.

A los cinco minutos de arrancar, me hacen una llamada desde un número noruego. Por si las moscas, a pesar de mi terrible inglés, cojo la llamada. Es la recepción del camping diciendo que les acaban de avisar que se cancela el tour de las ballenas. Nos hemos quedado sin días. Nos vamos a quedar sin ver ballenas. ¿Por qué nos tiene que pasar esto a nosotras? Nos dan la opción de cambiar el tour a otro que recorre los fiordos y habla de la cultura de la zona. No es lo que más nos apetecía, pero nos apetece navegar por la zona y confirmamos el cambio de tour. Aún y todo me van a devolver dinero, ya que no cuesta lo mismo que el tour de las ballenas.

Parece que el tour es privado y que vamos a ir solas. Es verdad que con lo que hemos pagado como para que no lo sea. Pero no lo teníamos muy claro. Yo me siento y me relajo cuando Janek nos dice que tenemos dos horas de camino. La zona está muy nublada y vamos a tener que acercarnos a la frontera con Finlandia. Incluso si fuera necesario, podríamos pasar a Finlandia. Y nos recuerda que llevemos nuestros DNIs encima.

En el caso de Vane es más complicado que se relaje. Empieza a sacar todo tipo de teorías sobre lo que podría hacernos Janek. Secuestrarnos, matarnos, vender nuestros órganos en el mercado negro… No se deja ni una opción sin comentar. Está muy nerviosa y no hay manera de relajarle. Le pido por favor que no se agobie y que si quiere le pregunte a dónde vamos concretamente para quedarse más tranquila. Cuando paramos en una gasolinera para ir al baño, aprovecha para sacarle una foto a la matrícula y según arrancamos le pide que le diga el punto exacto al que vamos. Parece que ya se va tranquilizando, pero a mí ya me ha puesto de los nervios. ¡Qué tensión!

Cuando llegamos al primer punto en el que intentaremos ver auroras boreales, vemos que también hay otros coches, como nosotras, y una minivan de un tour. Eso también nos da confianza. Nos abrigamos con todo lo que tenemos encima y bajamos del coche a esperar y rezar para tener suerte. Se ven algunas estrellas y si aparece alguna aurora boreal parece que la veremos. En caso de no ser así, probaremos a movernos a otro sitio.

Vamos mirando las páginas que nos pasó William, nuestro “auroro” de confianza, y no tiene pinta de que vayamos a tener suerte. Incluso Janek es sincero y dice que no tiene pinta de que vayamos a ver mucha cosa. Mientras estamos esperando aprovecho para mandar mensajes, tomar té (que nos ha traído Janek) y comer chocolate (que también ha traído él). Cuando, de repente, mientras estoy mandado un audio, escucho como Janek le comenta a Vane que está apareciendo una aurora boreal. Se ve muy poquito y es bastante blanca. Nos explica que no es una nube porque se ven las estrellas a través de ella, y eso indica que es una aurora boreal. A través de la nube no se vería. Aunque se ve muy flojita, cada vez va cogiendo más y más fuerza y las formas a las que va cambiando son una pasada. Se nota que hay gente que todavía no había visto ninguna cuando escuchamos gritos de alegría. La verdad que es una pasada lo que estamos viendo. Y además dura bastante tiempo. Janek no hace más que decirnos que hemos tenido mucha suerte. Está claro que él no tenía ninguna esperanza.

Ahora es el momento de sacar las dos mini botellas de Martini que nos hemos traído y brindar por la suerte que tenemos. ¡Es nuestro momento! Nos echamos unas buenas risas y una vez que termina el momento mágico auroro, Janek nos comenta qué opciones tenemos. Podemos o quedarnos un rato más y esperar tener todavía más suerte o podemos poner rumbo al camping. A él le da igual porque tiene toda la noche para nosotras. No queremos alargar demasiado porque tenemos otras dos horas de vuelta, pero sí que nos gustaría esperar un poco más. Por si las moscas.

Y como no podía ser de otra manera, conseguimos que vuelvan las auroras y presenciar otra, aunque no tan intensa y larga como la anterior. No tenemos fotos porque en el móvil no se veía nada de nada. Así que aprovechamos para disfrutar el momento y punto. Quedará grabado en nuestra memoria. Satisfechas con cómo se ha dado la noche y siendo ya las once de la noche pasadas, decidimos volver al camping. Al cual, según llegamos y tocamos la cama, nos quedamos dormidas. Están siendo días muy intensos.

Solo hemos tenido tiempo para dormir unas 5 horas, más o menos. Porque para las 6 de la mañana estamos de nuevo en marcha para prepararnos, acercarnos a desayunar a Tromsø (40 minutos de paseo hasta allí) y llegar a tiempo del tour al puerto. Salimos bastante puntuales de la cabaña, pero por lo que sea no llegamos a la hora prevista y nos toca desayunar un poco más apuradas de lo que nos hubiera gustado. La cafetería que nos gusta tanto no abre todavía, así que nos toca ir a la del primer día y donde hemos estado comprando el pan para los desayunos hasta ahora. Es a modo self-service y, quieras que no, nos viene bien porque lo hacemos más rápido que ellos, que de normal van todos como muy tranquilos.

En 5 minutos estamos en el puerto y nos ponemos a la cola para subir al barco. Una vez dentro, nos vuelven a comentar que no vamos a ir a ver ballenas. Nos ponen imágenes del mar, la previsión para esta mañana y nos explican las razones por las que no vamos a ir a alta mar. Además, dan la oportunidad de irse y que te devuelvan el dinero si realmente así lo deseas, ya que lo que se va a hacer es dar un paseo en barco por los fiordos. A los que se queden les devolverán parte del dinero. A los que se vayan les devolverán el total.

Nosotras no tenemos dudas. Es nuestro último día, no tenemos más opciones de retrasar lo de las ballenas y sabemos que queremos navegar por los fiordos. Así que no nos movemos de nuestro sitio. ¡Y nadie lo hace! ¡Nos vamos todos de paseo! En cuanto pasa el tiempo para arrepentirse y bajarse, arrancan los motores y nos vamos a surcar los fiordos noruegos.

El paseo va a durar unas 5 horas. Nos ponemos cómodas mientras escuchamos por los altavoces las normas de seguridad. Nos ponen un mapa con el recorrido que haremos y salimos a pasear entre los fiordos. Hay que decir que las vistas son impresionantes. Es complicado estar fuera. Entre el viento y el frío no hay quien aguante. Excepto Vane, que disfruta de un agradable paseo con la brisa, acariciando su cara, cada vez más helada y a la vez más contenta. Ella lo que quería era navegar y ya lo está haciendo.

Mientras vamos dando el paseo nos van contando la historia de toda esta zona y sus costumbres. Todo muy interesante, pero hemos dormido poco y me estoy enterando de la mitad de la mitad. Además, que lo del inglés lo llevo bien, pero hay mucho vocabulario que no controlo. En un momento dado y sin esperarlo, se acercan a tierra y nos dan la opción de bajarnos. Tienen un pequeño museo en el que nos enseñan más sobre la historia de los barcos que navegaban hace años y cómo han ido evolucionando, cómo tratan el bacalao para luego comercializarlo. Incluso nos dan opción a probar alguna pequeña tapa hecha con ese mismo bacalao y, como no, lo acompañan de un chupito de vodka.

Al bajar del barco tenemos muchas dudas sobre qué plan nos conviene hacer. Son las 13:30, no tenemos hambre y hace malísimo tiempo. Si vamos al camping a descansar un poco nos podemos apalancar fácilmente y no volver a salir. Si nos quedamos en el centro, probablemente para las siete de la tarde estemos muertas y nos vayamos para casa. No es una decisión fácil, pero frente al miedo de echar una siesta y no volver al centro, decidimos aprovechar ahora que todavía tenemos energía para darlo todo en la última tarde en Tromsø.

Para hacer algo de hambre, nos tomamos un té en nuestra cafetería habitual y aprovechamos para estar un rato bien largo. Ya que voy a pagar un té a 5 euros, me quedo el tiempo que me da la gana ahí dentro. Empezamos a rajar, hablar de la vida y a imaginarnos vidas alternativas… Básicamente dejando volar nuestra imaginación. Estamos muy a gusto, pero en algún momento hay que moverse.

Son las tres y media de la tarde y el estómago ya nos va pidiendo algo más que un té o un café. Como es nuestro último día y hemos ahorrado un montón comiendo en nuestra cabaña, nos venimos arriba y buscamos un restaurante en el que darnos un capricho final. Como si todo el viaje no hubiera sido ya de por sí un capricho. Nos dejamos llevar por nuestra intuición y nos metemos en un callejón en el que vemos un restaurante muy interesante.

Haciendo un cálculo de los autobuses que nos hemos ahorrado yendo andando hasta Tromsø, podemos permitirnos este restaurante tan ideal. Miramos la carta y obviamente es muy caro para lo que estamos acostumbradas, pero no nos parece una exageración para lo que se lleva por aquí. Después de unos segundos de duda mirando la carta, decidimos sentarnos y que sea lo que tenga que ser. Podemos permitirnos este gasto extra.

Empezamos con un par de cervezas y un par de sandwiches. Las cervezas nos salen a 10€ cada una, mucho más baratas que las del otro día. Los sandwiches sí que son bastante más caros en proporción. 20€ un sandwich que tampoco es que sea una cosa del otro mundo, pero hay que decir que nos sabe riquísimo. ¡Menos mal! Porque con lo que estamos pagando…

Estamos disfrutándolo tanto que ni lo pensamos. Nos pedimos otro par de cervezas. Además, para estas alturas ya sabemos que después de esa segunda cerveza va a caer un postre. Con eso ya nos coronamos del todo. Un postre que vale 9,5 € tiene que estar bueno. Y así es. No sabemos qué es exactamente, pero lo estamos gozando como nunca. Estamos muy contentas y satisfechas con el viaje que nos hemos pegado.

Y así nos sale una cuentas de 100€ por dos sandwiches, dos postres y 4 cervezas. ¡Madre mía! No es tanto como podía haber sido, pero es un dineral para una cena bastante simple. Han sido muy amables y hemos cenado muy bien. Así que tampoco le damos tantas vueltas. Se nota además que estamos disfrutando porque ya empezamos a hablar de posibles viajes futuros. Será que este viaje ya se está acabando y necesitamos algo a lo que agarrarnos antes de cerrar esta etapa.

No podemos terminar la tarde de esta manera. Falta culminar con un cóctel bien rico que nos preparan en el bar «Tiki». Nos cuesta decidirnos entre cuál pedir, porque todos tienen muy buena pinta. Lo que nos alegra saber es que cuestan 15€, casi como las cervezas que nos tomamos el primer día. Nos van a salir mucho mejor de precio. Si lo llegamos a saber vamos a cócteles desde el principio.

Con uno ya tenemos suficiente para empezar a hacer el camino de vuelta al camping. Todavía tenemos que preparar las maletas y organizar todo para la vuelta. Además, de camino queremos colocar en nuestro querido puente un candado que hemos comprado. Hemos pasado por ahí unas 10 veces y siempre ha sido distinto. Nos ha llovido, nos ha nevado, nos ha salido el sol e incluso nos ha llevado el viento. Colocamos la contraseña del candado con la fecha en la que vimos nuestra primera aurora boreal y seguimos camino al camping.

Nos entretenemos un rato patinando. Ha llovido y lo que antes era nieve ahora se ha convertido en una pista de patinaje. Entre risa y risa libramos de cualquier caída y llegamos ilesas al camping. Por si alguien se lo estaba preguntando, sí, teníamos los crampones en la mochila. Pero nos hacía ilusión darle un poco de emoción a nuestro último trayecto hasta la cabaña.

Casi meadas de la risa (esto es literal), llegamos a nuestra pequeña cabaña y empezamos a organizar las maletas. Es verdad que ya no tenemos la comida que habíamos traído y tenemos bastante espacio para meter las cosas sin presionarlas demasiado. Cuando tenemos todo más o menos listo, nos preparamos unos espaguetis con queso y nos ponemos el capítulo del lunes del Conquis. Llevábamos toda la semana pendientes de verlo, pero no hemos tenido tiempo o estábamos muy cansadas.

Después de casi 8 horas de sueño, que ya me hacían falta, preparamos el desayuno y recogemos todas nuestras cosas para irnos al aeropuerto. En la recepción del camping pedimos un taxi y esperamos a que vengan a recogernos. En el aeropuerto, tenemos que hacer nosotras mismas el check-in y la facturación de la maleta. Pero no atinamos y no nos salen las etiquetas de las maletas. Así que acabamos pidiendo ayuda y facturamos la maleta hasta Bilbo. Esperamos que entre tanta escala no se pierdan.

¡Pero ojo! Cuando nos saca la máquina las tarjetas de embarque, nos pregunta si queremos ofrecernos voluntarias para cambiar de vuelo, ya que hay overbooking. ¿Cómo puede ser que me haya pasado esto mismo hace dos meses en Sevilla? ¡Qué fuerte! Encima no puedo aceptar este tampoco, porque en dos días tengo otro vuelo a Lanzarote. Así que toca ponernos pronto en la cola y esperar no tener ningún problema.

Pasamos los controles del aeropuerto muy rápido y, aunque tenemos mucho tiempo para relajarnos y tomar un café, en cuanto podemos Vane se pone en la cola. ¡La primera! Que aunque no seamos del Grupo 1 (se entra por grupos al avión) Vane se intenta hacer la loca para pasar en cuanto pueda.

Como era de suponer, no tenemos ningún problema. Solo que tenemos que esperar hasta que pueda entrar nuestro grupo, el 3. Una vez dentro del avión, nos sentamos en nuestros sitios y de ahí ya no nos mueve nadie. Y empieza el camino de vuelta: Tromsø – Oslo, Oslo – Frankfurt y Frankfurt – Bilbao. Todo sin problemas. Incluso las maletas llegan sin problema. Con una última hora de coche hasta Donosti cerramos este pedazo de viaje. ¡Ha sido un placer Vane! ¡Me he reído como nunca!

Antes de terminar, quería comentar que finalmente he hecho una especie de videoblogs de cada día que hemos pasado en Tromsø. Sin saber muy bien qué quería hacer con ellos, finalmente me he decantado por hacer un canal privado de Telegram donde subiré videos de los diferentes viajes que haga. Si hay alguien interesado en entrar al grupo y tiene Telegram, que me escriba y yo le agregaré sin ningún problema. Veremos que tal salen los videos en futuros viajes.

Un comentario en «La mala suerte de no ver ballenas se compensa con la buena suerte de ver auroras boreales»

  1. Eli

    Que guay!!!! Me han encantado los vídeos pero si dejas de escribir lo echaré de menos!

    Por cierto, espero con ansia mi postal 😉
    Que como bien dices hace más ilusión que el imán!!!

    A por el siguiente viaje!!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial